20/2/06

Yo, yo mismo y mi plancha

Experiencia 0 (La preparación): Nuncanada recibe formación al respecto a cargo de familiares; las mangas primero, cuidado con las etiquetas... los amigos también quieren compartir sus experiencias: “yo no plancho nada”.

Experiencia 1 (First Contact): 3 Camisas. 45 minutos por camisa con resultados más que mejorables y estados próximos a la desesperación, la impotencia y, por que no decirlo, las ganas de lanzar la plancha de las narices por la ventana.

Experiencia 2 (Confianza): 5 camisas. 20 minutos por camisa. Nuncanada empieza a percibir una conexión con el instrumento en cuestión. Por su cabeza pasan cosas como “no es tan complicado” o “que exagerada es la gente”.

Experiencia 3 (La cruda realidad): Enchufa la plancha y se prepara, confiado, para eliminar esas pequeñas arrugas que se acumulan en lo que llamaríamos la “cojonera” de los pantalones. Quema el forro de los pantalones, y se queda con un trozo pegado en la plancha. Después de proclamar en alto su amor por la madre de la plancha, mientras prepara una camisa de esas que ya tiene controladas, coge por error la plancha por la parte que no se debe (no preguntar) y en todo el barrio se escucha un grito de aquellos que ponen los pelos de punta, como del otro mundo. 5 minutos después de enchufar el aparato maldito, Nuncanada esta en la farmacia comprando pomada para quemaduras.

Conclusión: No hay conclusión. Hay que planchar y se hará cueste lo que cueste, eso si, me cago en la puta madre que parió la plancha de los cojones. Ustedes perdonen por el vocabulario.

13/2/06

Ver la televisión en la era Marina d’Or
Despedida del programa
Créditos de salida
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Estoy hasta arriba de la engreída Igartiburo y de su puta ciudad de vacaciones. Ojalá lo vendan todo de una vez y dejen de tocar los huevos. Amén.

8/2/06

Vivir sin. Parte 3. Internet
Obviamente, sin lo que sería la prioridad 1 cubierta (el sofa), las otras subprioridades distan mucho de estar solucionadas. Es el caso, por ejemplo de Internet. Ahora mismo no tengo Internet en casa, lo cual significa que aprovecho para escribir cuando como en casa de la familia (un día por semana), deprisa y corriendo antes de regresar a la oficina. Esto no justifica la baja calidad de mis posts, de hecho, el punto de bajez al que hemos llegado no se justifica de ninguna manera.
En cualquier caso, el no tener Internet me impide otras cosas. No puedo leer los otros blogs para enterarme de lo que les pasa a los coleguillas. No puedo leer el correo (lo reviso en el trabajo, pero apenas puedo contestar). No puedo consultar las páginas que tengo en la sección de utilidades (Amazon, Fnac, Primavera Sound, Atrapalo...). Y un largo etcétera de cosas que ahora mismo no me vienen a la cabeza.
En fin, que si no comento en los otros blogs es por que no puedo ni leerlos. Sorry.

3/2/06

Vivir sin. Parte 2. El secreto
Mucho más grande que el misterio de la santísima trinidad, y algo mayor que el de los reyes magos, se esconde ese gran misterio que sólo descubrimos al emanciparnos de casa. A aquellos de vosotros que todavía no hayáis hecho el paso os aconsejo no continuar leyendo, ya que hay cosas que es mejor no saber; la mente humana es débil y no está preparada para asumir determinadas verdades.
Lo diré. Allá voy. Sólo espero que las generaciones venideras no me juzguen muy duramente por haber desvelado el secreto. Señores y señoras, amigos y amigas, debéis saber que la ropa sucia no pasa del suelo al armario, limpia y planchada, por obra de dios nuestro señor. Tampoco es por arte de magia ni por extrañas leyes de la naturaleza. No señor, aunque resulte sorprendente y casi incomprensible, alguien tiene que realizar el proceso de: recogida del suelo, lavado, planchado y almacenaje. Es así, no os miento, no me gusta bromear con cosas tan serias.
Es ahora y sólo ahora cuando entenderéis muchas cosas, cuando empezaréis a atar cabos. Ahora ya sabéis a que venía el dolor de espalda de vuestros familiares (normalmente madres), las malas caras cuando tirabas a lavar una camiseta pocas horas después de ponértela, la funcionalidad de aquella máquina blanca que hay en el patio de luces y mil cosas que se te ocurrirán poco a poco.
Es duro asimilar una noticia de esta envergadura, así que os aconsejo tiempo y reposo. Es más, lo necesitaréis mucho ya que debéis coger fuerzas, lo peor todavía está por llegar. Sí, por que lo más duro es que en cuanto os emancipéis, este proceso lo tendréis que hacer vosotros!
No tengo palabras. Estoy conmocionado.

1/2/06

Vivir sin. Parte 1. El sofá.
No tenemos sofá y no, este no es un post para decir que se puede vivir perfectamente sin sofá, más bien todo lo contrario. Vivir sin sofá es una putada o, exagerando sólo un poquitín, diría que vivir sin sofá es no vivir. No sabéis lo triste que es sentarse en una silla, después de comer, delante del televisor. Por no hablar de lo incómodo que resulta. Es que casi se te pasan las ganas de ver la tele y todo (cuando ya ves lo que dan se te pasan del todo).
Habéis pensado alguna vez en lo importante que es el sofá, en el papel crucial que juega en la evolución de la humanidad? El sofá, amigo y amigas, es el principio y el final de todas las cosas. Todo empieza con un “joder, llevó todo el día en el sofá, debería levantarme y hacer algo”, y termina con el “me he ganado un rato de sofá”. La humanidad hace lo que hace sólo con un objetivo, el de poder tumbarse después a descansar en el sofá. El sofá lo es todo y los presocráticos iban equivocados. Que diablos os pensáis que hizo dios el séptimo día?