Tic, tac, tic, tac...
Si empiezas a trabajar en noviembre, en una empresa que consigue el 75% de su facturación anual de abril a junio, sabes que te toca trabajar al máximo hasta las vacaciones. Eso ya lo tienes. Y creerás que de septiembre a noviembre estará más relajado el tema. Correcto.
Esa es la teoría, y se cumple, pero llevado a los extremos. Si hace 6 meses trabajaba 11 horas al día, ahora no tengo absolutamente nada que hacer. Y cuando digo nada, es nada. Ya he avanzado tanto como he podido, alargado cualquier trabajillo insignificante, hecho reuniones con quien tocaba y planificado todo lo posible. Y ya no sé que hacer. No os imagináis lo largas que se hacen las horas. Hay una secretaria que se encuentra igual que yo y a veces chateamos por e-mail, pero a pesar de que tenemos la misma edad, no compartimos nada más, así que de poco podemos hablar. Total, que me veo deseando lo impensable: que me den trabajo. Es increíble lo bajo que puede caer el ser humano.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario