Las cosas de la vida: la boda y el agujero-30’: Intento descansar en un colchón hinchable de esos que anuncian por las noches en las teles locales. M me avisa y empiezo a ponerme la camisa, el traje y la corbata. Aquí, con el aire acondicionado trabajando en cada habitación, se está muy bien.
-1’: Tras 10 minutos de hacer tiempo, nos levantamos para ir a la iglesia. Al salir de casa de los primos me doy cuenta que tengo los pantalones del traje rotos por abajo (zona culera). Caben 2 dedos. No se lo digo a nadie por que ahora ya no estamos a tiempo de arreglarlo sin que los planes se escoñen.
3’: Taxi hasta la Parroquia de la Magdalena (Sevilla). Aprieto el culete para evitar que el agujero se haga mayor.
20’: Entramos en la iglesia después de unos minutos de cháchara y fotos a más de 40º con el culo pegado a la pared. Ahora a sentarse, ahora a levantarse, venga arriba, venga abajo, a la próxima mato al cura.
80’: M y yo salimos con los primeros invitados. Corriendo hasta el Corte Inglés de al lado, que nos manda hasta otro a 5 minutos. Voy tan rápido como puedo y compro hilo y aguja. Vuelvo y veo que por suerte todo el mundo está fuera de la iglesia escuchando unas sevillanas en honor a los recién casados. Por suerte, nadie ha notado nuestra ausencia.
100’: Cogemos un autobús que nos llevará a la hacienda donde se celebra el convite. Al subir las empinadas escaleras me temo lo peor, pero por suerte los pantalones aguantan.
130’: Tras un reconocimiento del lugar, aprovechando el inicio del picoteo, la cantidad de gente y lo grande del jardín, M y yo nos colamos al baño de minusválidos. Me quito los pantalones y ella me cose el agujero demostrando una habilidad digna de alabanza. M es mi pequeña costurera china, y yo su Balzac. Salimos del baño sin que nadie nos vea y se piense que hemos estado haciendo lo que todo el mundo se pensaría. Por fin respiro tranquilo.