Esta no es una historia de aventuras increíbles
Recientemente ha llegado a los cines comerciales, en los otros ya estaba hace unos meses, la película “Diarios de motocicleta” de Walter Salles. Como apunte anecdótico, este director es el responsable de “Estación central de Brasil” y ahora ha terminado la post-producción de “Dark Water”, la revisión americana del ya clásico film de terror japonés. Hay que ver como se venden algunos directores.
Estos Diarios nos cuentan la aventura que emprendió un joven Ernesto Guevara, de viaje con su amigo Alberto Granado por toda América latina, y que le llevó a convertirse en una persona diferente, alguien que ahora todo el mundo conoce, el Che. La película es emotiva, divertida, propicia a la reflexión y más apolítica de lo esperado. Todo lo que había escuchado acerca de ella era negativo y no entiendo por que, a mi me ha gustado muchísimo.
Las historias de viajes iniciáticos siempre me han encantado, tanto las reales como esta del Che, como las fantásticas (Bilbos, Frodos y compañía). Me fascina la idea de que el impacto que produce conocer culturas diferentes te cambie como persona, te lleve a un estado en el que tus prioridades queden mucho mejor definidas. Hace ya unos años pensé que mi viaje a los Estates podría ser algo así. Evidentemente no lo fue, regresé tan perdido como me fui, pero si es verdad que la película me ha recordado un pasaje de nuestra aventura por esas tierras. Batallita? Pues si.
Un noche de verano, cuando regresábamos con los compañeros de cenar en el tailandés habitual (bueno, bonito y barato), nos encontramos un hispano totalmente perdido. No recuerdo como era físicamente, pero recuerdo que sus ojos me transmitieron una profunda sensación de miedo. El camión que le traía desde México lo había descargado sin más en San Francisco, cuando habían acordado llevarlo a Seattle (si no recuerdo mal). Allí tenía algún pariente que le podría encontrar trabajo, pero ahora se encontraba en medio de una ciudad desconocida, en un país desconocido y sin un dollar en el bolsillo. Me acuerdo que le explicamos donde estaba y le indicamos como llegar hasta el barrio hispano de San Fran, donde probablemente alguien le podría ayudar. No sé si le dimos algo de dinero.
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