Rojo de envidia
Tengo un amigo, un buen amigo, al que le acaba de tocar el gordo. Sin comprar un solo décimo, sin saber si X o 2, el tío ha conseguido lo que muchos de nosotros (yo uno de ellos) consideraríamos el premio gordo de cualquier lotería o algo incluso mejor.
Os cuento. El tío heredó en vida (en vida del dador, se entiende) un piso muy pequeño, trotinado y aluminósico perdido. Vaya, que heredó un trastero solo apto para reunirnos de vez en cuando para jugar a Magic. A primera vista no parecería gran cosa, lo reconozco, pero tiempo al tiempo. Resulta que el ayuntamiento se hacía responsable del mal estado de la vivienda, así que preparó un bloque nuevo para todos sus inquilinos y poder después tirar el edificio enfermo y construir más. Evidentemente, los pisos nuevos tenían un coste muy superior al viejo, así que deberían pagar los millones restantes, que intuían serían muchos. Total, que en cuestión de meses les entregan las llaves.
Para saber como repartirse los pisos se ha hecho un sorteo. Ojo al dato, al campeón le ha tocado el mejor de todos, un ático con vistas al mar.
Y vosotros diréis que está bien, que molan las vistas al mar pero que igual exagero al decir que le ha tocado la lotería. Esto es por que no sabéis cuanto le ha costado: 35.000€. Menos de seis millones de pesetas. No tengo palabras.
Una cosa de estas te tiene que alegrar la vida. A mi me pasa algo así y cambio el nombre del blog, borro el “nuncanada” y le pongo “que bello es vivir”.
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