24/10/05

Sobre lo cotidiano
Desayunamos a la 12, un café con leche y el periódico. Los de El País dedican un especial al hombre, con moda, tendencias y todas aquellas cosas que quedan tan bien en un suplemento del domingo. Me gustaría ser el hombre del anuncio de Burberry, con sus ocres y marrones, paseando por ese bosque de castaños en otoño. El listado de ropas y complementos “in” del momento no sorprende: todo es de marca. Hay muchas de aquellas marcas que no has escuchado en la vida pero que intuyes, de lejos, que nunca podrías pagar. En resumen, que para ser un guapo necesitas tener pasta, mucha pasta. Y, la verdad, ni con eso te aseguras un sitio en el ranking de las compañeras de trabajo, no olvidéis aquello de “Aunque la mona se vista de seda...”.
En el suplemento hay un reportaje sobre una ciudad/experimento de China, el primer laboratorio capitalista (autorizado y voluntario, eso sí) de Deng Xiaoping. Es divertido, más propio de una película futurista que de la realidad. Casualmente comemos en un chino. Alguien sabe por que motivo te traen todos los platos a la vez?
Por la tarde, temprano, nos vamos al cine. Toca “La vida secreta de las palabras”, la última de Isabel Coixet. La chica se lo ha puesto difícil, superar “Mi vida sin mí” no es poca cosa y, claro está, no lo consigue. Esta última resulta más pretenciosa, más queridamente trascendente. Le falta aquella extraña mezcla de magia y realidad que tenía “Mi vida sin mí”. Tim Robbins está bastante bien.
Al final me atacó un resfriado traicionero que terminó con el domingo antes de tiempo. Un domingo de besos; de terciopelo marrón, jersey y cielo encapotado. Un domingo de octubre.

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