Vuela al cole
Ya vuelvo a estar aquí, frente al ordenador, con el jefe a dos metros escasos de mi mesa, con el aire a tope, con los fluorescentes iluminando la sala y los colegas dándose besitos y apretones de mano mientras disimulan haciendo ver que les interesan las vacaciones del otro. Si, no hay ninguna duda, estoy de regreso a mi amada oficina.
Año tras año me he sumido en la más profunda crisis post-vacacional sin ningún remedio, pero esta vez me parece que no habrá nada de ello. Han sido unos días tan bien aprovechados que ya estoy listo para volver a trabajar. Tengo las pilas totalmente recargadas.
Un breve resumen de mis vacaciones (tranquilos, si os leéis este párrafo no me presentaré en vuestras casas con las fotos). Primero 9 días viajando por San Sebastián y Santillana del Mar sin parar de reír, tomar el sol y visitar pueblecitos. No sé como pero el grupo funcionó perfectamente, no hubo malos rollos y conseguí no tener bronca con nadie (una novedad). Después 2 días de ruta a lo Montaraz por Nuria. Todo muy bien, increíblemente bien.
Bueno, pues aquí estamos otra vez. Me reconoceréis por que soy el único tipo de España que ha vuelto al trabajo y tiene cara de felicidad (a pesar de que mañana me pueden despedir)... un pelín gilipollas, quizás?
Nota: Para todos aquellos aficionados a los coches, os contaré como terminó la historia. El chico estuvo pensando mucho tiempo en ese dilema suyo, y finalmente tomó una decisión: No se quedaría ese coche. Y no lo haría por lo que dijesen sus amigos o la gente por la calle, sino, sencillamente, por que ese no era el coche que llevaba toda la vida esperando, ni lo sería jamás por mucho que él lo desease.
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