Que me tiro
Ya vuelvo a estar aquí, sonriente un día más por la mañana. Vuelvo a ser el gilipollas que se ríe de tu broma sin gracia, el que te llama porque estar contigo es solo un poco mejor que estar solo y el que da las gracias por dos meses más de curro.
Mi intención de hoy era hacer un post más o menos normal que venía elaborando mentalmente desde ayer, pero al final voy a improvisar. Voy a pensar en alto.
Leyendo los comentarios surgidos de mi última paranoia he encontrado algo que me ha hecho pensar. El tema del suicidio. Socialmente mal visto, se nos ha vendido que esta era la escapatoria fácil a los problemas. La solución de los cobardes. Pues no estoy de acuerdo. Enfrentarse a aquello que la humanidad a temido desde sus orígenes es de cobardes? Religiones, filosofías y toda clase de argumentaciones populares han intentado dar un motivo a la vida y, sobretodo, una razón para no temer lo inevitable. Creo que tomar la decisión y realizar un acto como cortarse las venas, colgarse o saltar del balcón es algo de una valentía extrema, primero por el dolor físico, y después por el hecho de enfrentarse a lo desconocido.
Otro punto más delicado es el del motivo. No voy a entrar a decidir cuando es justificable o no una acción de esta importancia, en cualquier caso la vida de una persona solo le pertenece a ella, y la libertad a morir como uno desee debería considerarse de ley (exceptuando a las personas no capacitadas para tomar esta decisión –enfermos, niños...). La máxima “vive y deja vivir” debe ampliarse a “muere y deja morir”.
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