No es tan fácil
Tengo un amigo al que le gusta su trabajo. Si, si, no es broma, su afición es el trabajo y la informática en general (es programador). Cada día está en la oficina hasta las mil, y cuando llega a casa lo primero que hace es ponerse delante de la pantalla del ordenador otra vez.
El otro día discutíamos con un tercero si esta era la situación ideal. Si lo mejor es que te guste mucho el trabajo, dediques todas las horas del día y cobres un buen dineral, o por el contrario era mejor ir a currar, hacer lo tuyo dentro de los horarios y dedicarte a vivir tu tiempo libre. No llegamos a ninguna conclusión pero, como diría Aristóteles, lo aconsejable siempre es el término medio.
En mi caso, si pudiese escoger, tiraría hacía el curro. Mis aficiones son pocas y se pueden hacer desde la oficina (como escribir aquí), y como no tengo novia tampoco tengo muchas ataduras. De esta manera podría acumular pasta para un futuro, vivir preocupándome solamente de mis posesiones, de las cosas que querría poseer y así olvidaría el poco sentido de mí vida. Ahora mismo me sería relativamente fácil tirar por esta vía, ya que en el nuevo curro hay tanto trabajo como quieras, pero no me va nada. No me gusta mucho lo que hago, así que prefiero salir en punto a pesar de los comentarios que esto pueda generar.
Una vez conocí a una persona que sufría de “adicción al trabajo”. Se lo dijo un médico, que conste que no es cosa mía ni suya. Se pasaba la vida trabajando, comiendo y durmiendo. Cuando la despidieron se hundió totalmente, ya nada tenía sentido para ella. Ahora mismo está en tratamiento psicológico y psiquiátrico, no ha cobrado nada de la empresa que la despidió y es adicta a los antidepresivos. Coincidiréis conmigo en que esto no es vida.
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