Pase, pase
El domingo invertí un buen rato de mi vida rompiendo la caja de la edición de coleccionista de Las 2 Torres. Mi intención era conservarla como ya hice el año pasado con La comunidad del anillo, pero esta vez fue imposible. No hubo manera. Al final la destrocé del todo. Una vez hube disfrutado un buen rato de la figurita de Smeagol fui a guardar en mi habitación el pack (figurita + DVD de la peli + DVD con libro de Gollum), y aquí es donde yo quería ir a parar: no encontré ningún sitio digno de tal material, y no por que yo sea muy escrupuloso, sino por que en mi habitación no cabe absolutamente nada.
Si el camarote de los hermanos Marx estaba lleno de personas, el mío está repleto de objetos. Ropa, guitarras, bolsa de deporte, zapatos, el amplificador, muchos cables, papeles, recuerdos de los parientes turistas, libros, cintas de video, revistas, DVD’s, la tele, antiguos regalos del “amigo invisible”, comics y una colección de objetos inútiles de los que me niego a deshacerme. Toda mi vida, los 27 años, está encerrada en esa habitación de 3x3 que más se asemeja al cubil del dragón Smaug que a una habitación. Es literalmente imposible andar sin tropezar con algún trasto, y para buscar cualquier cosa se tiene que echar mano de la intuición y la estrategia en zona (esto lo dejé por esta zona).
Solo tengo dos opciones: empezar a invadir el terreno de los otros, o buscarme un piso para mí solo. Algo tengo que hacer, sino un día abrirán la puerta y habrá una avalancha.
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