22/12/03

Cena de navidad
A las seis salimos puntualmente para tomarnos unas cervecitas los que vivimos lejos del curro y no nos da tiempo a ir a casa. A las 8:30 cogemos los coches y enfilamos el hotel donde se celebra la cena de navidad de la empresa. Al llegar nos meten en una sala con picoteo y bebercio gratis. Hay mucha, muchísima gente para un espacio tan reducido. Terminamos las bebidas en el hall.
Cuando representa que ya estamos todos, unos 170 según los organizadores (12 según la policía), nos vamos al comedor. Me siento con algunos compañeros de la división en una mesa para diez. Una de las sillas tiene el cartelito de reservada, y poco después llega uno de los directivos diciendo que le toca a él. Es joven, rico y su apellido coincide con el del propietario, pero los allegados dicen que no es de la familia. Los rumores hablan de un posible hijo bastardo. Primero, segundo y postres aceptables. Nada del otro mundo.
Cuando empiezan con los cafés sale al escenario el presidente y hace un discursito. Advierte que le tocará hablar a cada uno de los nuevos y yo me hago muy pequeñito. Van anunciando el nombre de cada pringao y mi corazón está a punto del infarto. Gritan el mío, salgo, doy la mano al presidente y digo nosequé. Me vuelvo a la silla y me calmo. Ya ha pasado todo.
Al rato empiezan a sortear maletas de viaje con lote de productos dentro. Me toca una y esta vez me cuesta mucho menos subir al escenario para recogerla. Pesa como un muerto pero disimulo para salvar la poca dignidad que me queda.
Finalmente abren la barra libre y empieza la musiquita. Un campeón se coge su maleta y después de hacer de taxista regresa a casa totalmente reventado.

Post Post: Dícese de “post telegrama” aquel que por la cantidad de información y la pereza de escribirla se reduce a un montón de frases inconexas de lectura poco agradable.

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