23/12/03

Osea, tren
El sábado pasado me subí a un tren repleto de gente que se dirigía a Barcelona de compras igual que yo. Encontré un sitio libre y cuando hice el gesto de sentarme mis vecinas apartaron las chaquetas. Sin queja. Me puse mis auriculares y entonces levanté la vista. Mis compañeras de viaje, dos hijas y su madre, lucían gafas de sol caras, ropas a lo francés (grandes franjas blancas, azules y rojas), logotipos cual valla en medio de la calle y moreno de ski. Mi instinto de cazador me advirtió allí tenía comida para varios posts, pero me pareció demasiado descarado sacar la libretita, así que me limité a apagar la música disimuladamente y ha abrir bien las orejas. Aquí os dejo algunas joyas de las que allí se desprendieron,

-Madre: No hay perchas en el tren?
-Hija1: No! (con una risita)
-M: Pues vaya. Ya podrían poner perchas y de paso un cenicero.
-H2: Pero si no se puede fumar!
-M: Bueno, pero unas perchas si que tendrían que poner (mirando al tren como con asco).

-H1: (Niñata de 15 años) Tírame el chicle (sacándolo de la boca).
-M: Así? No tienes un papelito?
-H1: No, da igual.
-M: A ti si, pero a la persona que lo limpie no.
-H1: Y a mí que? En el cole también nos dicen siempre lo mismo “Qué lo hacéis esto en casa?” Pues no, pero es que esto no es mi casa.

-M: Te tienes que cortar las uñas, que las llevas muy largas.
-H1: No quiero, a mí me gustan así. Me las quiero dejar un poco más largas.
-M: De eso nada, no ves que no queda bien?
-H1: Pero a mí me gustan y no me las voy a cortar. Tu no me mandas, a ella si (señalando su hermana), pero a mí no.
-M: (Mira para otra parte como pensando, “hay, estas criaturitas”).

Al salir del tren crucé miradas cómplices con otros vecinos. Seguro que ellos estaban igual de atentos que yo.
Reconozco que me lo pasé bien, pero a esa niñata le metía dos ostias y la encerraba un año a limpiar letrinas, para que aprenda lo que es la vida (y me cuente que diablos son unas letrinas).

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