1/4/04

Criterios discordantes
Lo que pasa cuando dejas escuchar la grabación de tu segundo ensayo con el grupo a:

-Tu madre: Se pone los auriculares con cara de concentración, sujetándolos bien con las manos, y empieza a sonreír cuando escucha los primeros acordes. Ya no para hasta que se terminan un par de canciones. Después te da el walkman para que lo pares y suelta: “ah, pues lo hacéis muy bien, no me lo pensaba!”. De este comentario se deducen dos cosas, una falta de fe en su hijo, normal puesto que le ha escuchado ensayar y sabe de lo que es capaz (mejor, de lo que no es capaz), y un amor de madre que ciega los sentidos y nubla el poco criterio musical que se pueda tener.

-A un amigo: Le pones la cinta y ves que el tío se pone a escuchar con cara de crítico de Rockdeluxe. No emite comentarios ni pone cara alguna que pueda delatar sus verdaderas opiniones, sólo se aprecia una búsqueda de los detalles, de las notas y acordes fuera de lugar, de ritmos acelerados o gallos desesperados. Le ves muy puesto en el papel. Al cabo de un rato te dice que no está nada mal, que se reconocen las canciones y que con el poco tiempo que hace que tocamos está muy bien. Fijémonos que la sinceridad se diluye en una fina capa de espejismo formal y buena educación. Evidentemente, si sonaseis como cerdos el día de San Martín no te lo habría dicho, pero tampoco te oculta que queda mucho trabajo por delante. Lo que ha hecho es ocultar los puntos negativos y dar importancia a los positivos.

Ahora volvamos unos días atrás, recuperamos aquella tarde después del ensayo en la que te pusiste la cinta para escuchar como había quedado. Este fue el comentario sincero que emitiste de forma involuntaria pero que resume perfectamente la primera sensación: Madre mía, no sabía que fuera posible sonar así de mal. Mejor no dejo mi trabajo todavía.

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