25/4/04

Tan lejos de la tele no veo nada
Cual canción costumbrista de Los Planetas, esta tarde me he encerrado en un bar a ver eso que llaman un derbi, como las motos. El local estaba llenos de personajes variopintos, y como a mi el fútbol no me dice gran cosa me he dedicado a observarlos.
Mi preferido ha sido una espectadora, una teenager rubia del madrid que no ha tenido reparo alguno en dejar escapar alguna lágrima con el primer gol del Barça, ni en ponerse a llorar a moco tendido cuando el segundo. Eso si que es afición, si señor, de todas maneras yo me la llevaba a un psicólogo para que le diese un vistazo rápido.
En la mejor mesa del bar estaban un grupo de quilletes con pinta de ingenieros por Harvard, de entre los que destacaba un peladito que chillaba comentarios supuestamente graciosos. El tío se creía el amo del local. A pocos metros, un abuelo con su copichuela insultaba a la televisión sin ningún pudor. Él si era el puto amo.
Me han gustado las tres parejas de treinta y pocos años que se juntaban en el bar cerveza en mano para ver el partidillo. A las mujeres no se les notaba mucha afición, pero se las veía en aquella fase del amor en el que disfrutan viendo a sus maridos felices. Era una escena de aquellas que esperas protagonizar en un futuro.
Cuando ya marchábamos nos hemos cruzado con los auténticos aborígenes del bareto, unos borrachines de cierta edad que ya iban un poco tocados y que se sentían orgullosos de que su bar fuese punto de reunión de tantísima gente, sin casi nada en común más que la supuesta afición por el fútbol televisado.

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