El evento del año (III): Conclusión
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y no voy a ser yo el que lo desmienta. Esa fe en alcanzar la felicidad se arrapa a mi corazón como una araña a la que se le acaban las fuerzas, pero no cae, resiste a pesar de las ventadas del cerebro que la balancean violentamente de un lado al otro. Dudo que jamás pierda ese sentimiento arácnido, aunque también sé que la racionalidad, la experiencia y el autoconocimiento no dejan mucho hueco a la esperanza.
He decidido que a partir de ahora voy a planificar y visualizar mi vida futura en una mesa para uno. Estoy seguro de que es lo que me voy a encontrar a medida que ande, así que mejor allanarme el camino. No pienso cerrar ninguna puerta, está claro, y me mostraré abierto a cualquier cambio en el guión. No creo que pase, pero esa araña continua arrapada dentro de mi y no pienso librarme de ella. Tampoco sabría como hacerlo.
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