El despertador en el cajón
El verano tiene sus cosas, calores y demás, que siempre llegan queramos o no.
Llega, por ejemplo, mi aniversario. Desde ese 5 de agosto que me lo pasé en un restaurante de San Francisco, destrozado a más no poder, últimamente siempre estaba de vacaciones este día señalado. Hoy ha sido la excepción, y lo que pronosticaba como un hecho deprimente se ha convertido en una alegría tremenda: me ha felicitado gente. Es un poco triste tener que untar a los compañeros con pastitas, pero como mínimo alguien se acuerda de tu aniversario. Eh, que conste que no me estoy quejando, yo solo recuerdo dos aniversarios (el mío y el de mi hermana) así que entiendo perfectamente que la gente no te diga nada. Total, que ha sido una experiencia más positiva de lo que esperaba.
Otra cosa que llega, gracias a dios, son las esperadas vacaciones. Mañana viernes se abrirá la puerta de un descanso merecido de tres semanas, y la verdad es que lo necesito. Esto significa que el blog entrará en una fase de caos, de perdida de constancia y regularidad en los posts. Aviso. En cualquier caso, conociéndome como me conozco, fijo que escribiré más de lo que ahora mismo puedo imaginar.
Por si no nos vemos, buenas vacaciones!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario