14/12/04

Nuncanada’s two
Me pregunto si soy la única persona a la que le gustaría escabullirse de la comida de la división y ya no digamos de la cena de empresa. Supongo que si la gente del trabajo son algo más que eso, son buenos compañeros o incluso amigos (se ha dado algún caso a lo largo de la historia, pero está poco documentado), entonces igual si tiene que estar bien, lo que pasa es que no es el caso. La gente con la que me cruzo en la oficina son como sombras caprichosas, con voz nasal y ojos de mirada despreciativa. Son extras con complejo de superioridad.
Mi maquiavélica y enferma mente ha elaborado un plan para no asistir a tales eventos. El día anterior a la cena, el de la comida (de esto no me voy a escapar), hago ver que es uno de aquellos días pre-enfermedad. Seguro que sabéis de que os hablo, de los días que te quejas de tener frío y todo el mundo te ve tomar pastillas. Vaya, de los días que durante el café gritas que te encuentras de pena y que te está saliendo algo muy gordo. Casualmente, toda la familia ya ha pasado esta misteriosa enfermedad, así que es casi seguro que ahora te toca a ti. Con todo el numerito consigues que a la mañana siguiente tu llamada no sea una sorpresa para nadie. “Oye, que estoy fatal, me ha salido todo y no puedo ni moverme. Si durante el día mejoro igual por la noche me vengo a la cena, me hacía mucha ilusión. Que mala suerte la mía”. Es importante que en este último momento de recochineo nos aguantemos la risa.
La mayoría de las personas a las que les he contado mi plan dicen que no es muy fiable. Que se me verá el pellejo de lejos y que encima quedaré de pena. A vosotros qué os parece? Algún plan alternativo?

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