Los monstruos de la razón. Un sueño.
Soy H.P.Lovecraft y conduzco un coche del primer cuarto del siglo pasado. Llego a mi destino. Unas puertas metálicas gigantes me dan acceso a un castillo con dos grandes alas y un cuerpo central tipo Versalles. En la puerta me espera un señor que no conozco, me da la bienvenida y me dirige a través de largos pasillos hasta su despacho. Tiene una cara rara aunque no sabría decir que es lo que no encaja. Se sienta detrás de una gran mesa y doy un vistazo alrededor; decoración barroca, madera y dorados. Detrás de él un ventanal que da a una terraza.
Empieza a hablar y no le hago mucho caso. No me interesa nada de lo que dice y no puedo dejar de pensar en lo raro de su aspecto. De repente se acerca y me dice que voy a conocer el verdadero horror. Supongo que antes ha estado refiriéndose al horror que reflejo en mis libros, no lo sé, no estaba escuchando.
En la terraza aparecen dos chicas, una rubia y otra morena. Están desnudas mostrando sus cuerpos pálidos. Parecen ausentes. El hombre me hace salir detrás de él y veo como la chica morena se tumba encima de una mesa de plástico blanca, boca arriba, con la cabeza y los pies saliendo por fuera. La rubia saca un bisturí y lentamente abre el estomago de su compañera de arriba a bajo sin que esta grite ni haga el más mínimo gesto de dolor. El hombre y la chica meten las manos en el corte y empiezan a sacar trozos de carne sanguinolenta que acto seguido deglutan con gula. Pierdo la conciencia, caigo en un estado de frenesí y empiezo a imitarlos. La chica morena tiene la cara llena de sangre como si también ella estuviese comiéndose, pero no lo hace.
Al cabo de un rato, no sé cuanto tiempo, reacciono y al ver lo que está sucediendo empujo a la rubia y salgo corriendo. Oigo como alguien viene detrás mío. Después de correr y empujar a todo las personas con bata blanca que se aparecían consigo salir. Arranco el coche y me voy. En el retrovisor veo al hombre, inmutable, en el mismo lugar donde me recibió.
Me despierto.