3/2/05

Post Invitado: ¡Enfermo! by Nuncanada Fake
Como ya sabéis he estado con una gripe de caballo. Pues bien, uno de esos días de 40º de fiebre me pasó algo curioso, os cuento. Me encontraba hecho una mierda, mi cuerpo se encontraba demasiado dolorido para dormir y demasiado espeso como para estar despierto, en ese instante llamaron a la puerta de mi habitación:
- Nunca, la doctora te ha venido visitar.- Dijo una voz.
La puerta se abrió lentamente y unos elegantes zapatos de tacón empezaron a entrar en mi habitación, esos zapatos eran el anuncio de unas largas piernas que se acababan donde empezaba una bata blanca.
La puerta se cerró y la voz de la doctora dijo:
- Cerraré para que nadie nos moleste mientras te examino- esa voz me resultaba familiar pero… no… no puede ser ella- pensé. Me fijé en su cara y efectivamente, era ella la “p… secretaria”.
- ¿Que haces tu aquí?- exclamé.
- Te he venido a curar relájate o te subirá la fiebre y no es la fiebre precisamente lo que queremos que te suba.
Tragué saliva, intuía lo que estaba a punto de pasar.
- Lo primero es mirarte la garganta, abre la boca. - Dijo.
Yo me negué, ella no era medico.
- ¿No quieres? mira te enseñaré como se hace.
Cogió un palito de esos que parecen de polo, se sentó en los pies de mi cama y separó las piernas. Bajo la bata no llevaba nada. Acto seguido introdujo el palito en lo más profundo de su ser y me dijo:
- ¿Lo ves? no pasa nada. Bueno te voy a tomar la temperatura, ¿Dónde habré puesto el termómetro? Ya lo veo lo tienes tu debajo de las sabanas.
En ese instante retiró las sabanas y metió la mano debajo de mi pijama.
- Que grande es este termómetro, creo que la que se va a tomar la temperatura con él voy a ser yo.
Ya no me acordaba de la gripe, su terapia estaba dando resultado. Cuando quise darme cuenta ella se había desabrochado la bata, me había arrancado el pijama y estaba sentada encima de mi “termómetro”. Empezó a gemir como una loca, yo estaba excitado y asustado porque no estaba solo en casa. Me restregaba sus voluptuosos senos por la cara, yo lamía y mordisqueaba lo que ella me ofrecía. Estábamos a punto de llegar a lo más alto de aquel tórrido encuentro, entonces de repente:
- Nunca ¿te encuentras bien?- Gritó mi hermana desde el otro lado de la puerta.
- ¡Rápido! Métete debajo de la cama- le dije a mi doctora mientras yo me tapaba con la sabana.
Mi hermana abrió la puerta y me dijo:
- Que cara mas mala que tienes ¿Te encuentras muy mal? Vamos a cenar ¿vienes o prefieres seguir durmiendo?- me preguntó.
- Si, si, empezar sin mi, ahora iré yo.- le respondí.
En cuanto mi hermana desapareció yo asomé la cabeza por debajo de la cama y cual fue mi sorpresa, ya que allí no había nadie. ¿Lo había soñado? ¿Estaba delirando? Lo que estaba claro era que estaba enfermo.
Una cosa más, cuando cogí la bata para dirigirme al comedor para cenar, algo cayó al suelo, era un palito de esos que los médicos usan para mirar la garganta.
FIN

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