4/10/05

Por ejemplo, yo
En la universidad había un chico, amigo circunstancial, contacto ocasional después, un “espero no encontrarme con” en la actualidad. No olvidaré ese día que, estando en el bar el grupito, llegó él a iluminarnos con su conocimiento. No os engañéis, también formaba parte del grupito. Y, no os volváis a engañar, no éramos de los que se pasan la carrera en el bar. Se sentó junto a nosotros y me dijo: “me gusta tu jersey”. Yo, extrañado, le dije que era un jersey viejo que tenía por casa, heredado, bastante cutrillo por cierto. Se puso la mano en la barbilla como pensativo (y que conste que realmente lo hacía, no lo digo por decir) y rió de esa forma que sólo él sabía, justo de esa forma que te entraban ganas hacerle comer su vanidad junto con la silla y la mesa. “Ayer vino a cenar a casa una amiga de mis padres, una experta en buenos modales que me enseño que lo que acabas de hacer es de muy mala educación, por que has insinuado que algo que me gusta es vulgar, tirando por el suelo mi criterio y gusto”. Nuncanada resistió de una forma que todavía hoy no comprendo.
En fin, que sí. Que tenía toda la razón del mundo, que efectivamente cuando hacemos esto nos cargamos de forma inconsciente el criterio de la otra persona. Lo curioso del tema es que este tipo lo hacía constantemente, de forma compulsiva y sistemática.

-Me he comprado el CD de este grupo
-Por favor, este grupo es muy vulgar.

-Me he comprado el CD del grupo este que comentamos el otro día
-Por favor, es su peor CD, es tirar el dinero –risita.

-Ayer fui al concierto de ...
-Me han dicho que fue horroroso, lamentable -mano en la barbilla.... y risita.

Bueno, me ha costado años pero he conseguido quitarme la espinilla. Algún día, con suerte, conseguiré reunir el valor suficiente para decirle a la cara lo ridículo que resulta. Ah, que conste que también tengo buenos recuerdos del tío, como aquel día que con el Jandro lo humillamos jugando a basket; todavía debe estar buscando el balón.

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