6/12/05

Breve historia de la ley de la Oferta y la Demanda
Al principio la oferta era muy limitada, había un herrero, un peletero, un frutero... de manera que los compradores se veían obligados a adquirir lo que necesitaban a la persona especializada en eso. Aunque se podría pensar que el poder estaba en la Oferta, esto no era exactamente así. El hecho de que las prácticas profesionales estuvieran tan atomizadas creaba una dependencia del resto de personas y de sus ofertas, así que no era muy rentable timar ni exprimir al cliente, ya que mañana podías tener que sufrir su venganza al ser tú el comprador.
Con el proceso de industrialización la oferta se multiplicó por mucho, y más aún con el posterior (aunque no mucho) proceso de internacionalización de los mercados. Al cliente le llegaban múltiples soluciones para su misma necesidad, así que él pasó a tener el poder. Este poder de elección tuvo como consecuencia la creación de herramientas comerciales como el marketing, que ayudan a definir que es lo que el cliente quiere.
Desde entonces la balanza que se decantaba del lado de los consumidores ha ido estabilizándose. La concentración empresarial ha hecho que la oferta sea limitada, multimarca aunque no multiempresa y que las barreras de entrada en los mercados de consumo sean casi insalvables. La oferta se ha blindado. No sólo eso, sino que el nivel de demanda es tan elevado y la oferta tan similar (por lo que decía, el multimarquismo y los pocos jugadores de cada sector) que las empresas totalmente apalancadas pasan de la calidad de sus productos y, sobretodo, de sus servicios, por más que nos digan lo contrario en cada comunicación que realizan.
Si la tendencia actual sigue igual, sin estabilizarse, está claro que la oferta en breve volverá a mandar, y que el cliente tendrá que tragar con lo que toque.

Vale, ya estoy mucho mejor. Bueno, no, me falta una cosa, ejem. Me cago en las compañías telefónicas y la madre que las parió!

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