20/2/06

Yo, yo mismo y mi plancha

Experiencia 0 (La preparación): Nuncanada recibe formación al respecto a cargo de familiares; las mangas primero, cuidado con las etiquetas... los amigos también quieren compartir sus experiencias: “yo no plancho nada”.

Experiencia 1 (First Contact): 3 Camisas. 45 minutos por camisa con resultados más que mejorables y estados próximos a la desesperación, la impotencia y, por que no decirlo, las ganas de lanzar la plancha de las narices por la ventana.

Experiencia 2 (Confianza): 5 camisas. 20 minutos por camisa. Nuncanada empieza a percibir una conexión con el instrumento en cuestión. Por su cabeza pasan cosas como “no es tan complicado” o “que exagerada es la gente”.

Experiencia 3 (La cruda realidad): Enchufa la plancha y se prepara, confiado, para eliminar esas pequeñas arrugas que se acumulan en lo que llamaríamos la “cojonera” de los pantalones. Quema el forro de los pantalones, y se queda con un trozo pegado en la plancha. Después de proclamar en alto su amor por la madre de la plancha, mientras prepara una camisa de esas que ya tiene controladas, coge por error la plancha por la parte que no se debe (no preguntar) y en todo el barrio se escucha un grito de aquellos que ponen los pelos de punta, como del otro mundo. 5 minutos después de enchufar el aparato maldito, Nuncanada esta en la farmacia comprando pomada para quemaduras.

Conclusión: No hay conclusión. Hay que planchar y se hará cueste lo que cueste, eso si, me cago en la puta madre que parió la plancha de los cojones. Ustedes perdonen por el vocabulario.

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