El tuerto en el país de los ciegos
Los lectores habituales de esta web son gente compasiva, muchos de ellos amigos que me desean lo mejor, y es por este motivo que nadie se ha quejado nunca de las faltas de ortografía. Lo entiendo y lo agradezco. Sé que este Blog se ha convertido en un pozo negro que absorbe cualquier errata o falta ortográfica que supere el filtro del corrector de Word. Bueno! Y gracias debemos dar a este magnifico invento, que sino fliparíais. Si este blog se hiciese conocido y llegase a la comunidad educativa creo que habría despidos masivos en las aulas de Castellano de todos los centros por los que he pasado. O suicidios, directamente. Por otro lado esto tiene su aspecto positivo, ya que a parte de leer mis aburridas historias también podéis jugar a buscar faltas. Si encontráis tres en una misma línea os invito a un café... bueno, que sean 5 faltas, que en breve estaré en el paro y no hay presupuesto.
De todas formas el objetivo de este post no era el de ponerme a caldo ni a mí ni a mis profesores, sino exponeros lo curioso del tema. Resulta que en el trabajo se piensan que soy un diccionario con patas. Todo el mundo me pregunta como se escribe esta o esa otra palabra, que le corrija los textos o que le dé un vistazo a tal documento. Y lo más espectacular del tema es que encuentro faltas de ortografía. Si, efectivamente, ellos cometen aún más faltas que yo. Como diría el de Impacto TV: Espeluznante!
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