16/9/03

Oda al Zulo y a la juventud perdida
Recientemente el amigo Martillo de Thor regresó de sus envidiables vacaciones y tuve la oportunidad de quedar con él y ver las fotos. Después de tirar un par de cubatas en un bar de Sabadell nos fuimos, como no podía ser de otra manera, al Zulo para ver dichas fotos tranquilamente. Allí me sentí como en casa otra vez, hasta que cuando ya me disponía a marchar llegaron unos nuevos habitantes de esta “casa en medio de la calle”. Eran amigos de Martillo y de otros que forman parte del paisaje habitual de la casa, pero yo no los conocía y no me causaron muy buena impresión. Después llegó uno de los de toda la vida con el que ya casi ni me hablo, y cuando estaba en la puerta tropecé con otro buen amigo al que veo menos de lo que me gustaría.
En el coche, de regreso a casa, estuve pensando sobre el Zulo y sus orígenes. Para aquellos que nunca lo habéis visitado, os contaré que el Zulo es un apartamento viejo, desocupado, que ya hace tiempo que la Peña lo adoptó como su refugio. Entre sus paredes de viejos papeles pintados, los muebles de madera rallada, las persianas de plástico blanco roto y el sofá rojo roído, nos solíamos reunir el grupo de amigos a prepararnos para la farra. Resulta imposible enumerar la cantidad de horas, de actividades, de juegos y de anécdotas que guarda ese lugar.
Poco a poco el Zulo se fue llenando de otros seres, amigos de amigos, hasta que perdimos un poco esa sensación de propiedad. No es que nos lo robaran, lo que pasó fue que el grupo original, la Peña, empezó a disgregarse. Es normal. Con el tiempo la gente mostró intereses diferentes y conoció otras personas formando grupos de amistades paralelas. El grupo de amigos que se conocieron en segundo de BUP se fue separando. Quedaron atrás los sábados en el Chic, las horas perdidas después de clase jugando a futbolín, las partidas eternas de Risk en casa de Bull y las cenas de verano a base de Big Mac’s. Crecimos juntos y pasamos nuestra juventud sabiendo que nos teníamos los unos a los otros. Ahora tan solo nos vemos ocasionalmente y, a veces, no sabemos que decirnos.
El Zulu (la web) también desapareció recientemente. Fue un proyecto que nunca arranco a pesar del trabajo de Bull. Algún día eliminaré el link de la izquierda, pero de momento me niego a ello por lo que significaría.
Aquí va mi homenaje a aquel grupo de adolescentes que un día se fueron de marcha por Sabadell y que, andando y camino del Ñap Buf, todos juntos, se sintieron los dueños de su destino.

Bartolo, Castro, Jandro, Manel, Pàmies, Ribas, Víctor

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