Sitges Festival Internacional de Cinema
Esto es vida. Acabo de llegar del festival, donde he pasado un buen rato con los amigos y la peli, y estoy delante del ordenador escuchando “Are you feeling sinister” de Bele & Sebastian y devorando un helado de Toffe de la Häagen-Dazs (nombrecillo que atenta contra todas las normas del naming marketiniano). Esto es felicidad.
Pero hoy no quería expresar mi felicidad momentánea y poco habitual, sino que quería hablaros del Festival de Sitges. Ya hace unos años de mi primera visita y desde entonces cada otoño regreso religiosamente a mi peregrinaje cinematográfico. Aquí vemos las películas más extrañas con una única norma: No ver nada que llegue a salas comerciales. Es lógico, con lo caras que son las entradas mejor te reservas para ver cosas raras y únicas. El resultado no siempre es bueno, sin ir más lejos hace un par de años pillamos una francesa de antropófagos infumable. Aquí fue donde vi la peli más rara que jamás he visto, “Ichi the killer”, que no os la voy a recomendar por que entiendo que no es ni mucho menos para todos los públicos. El miércoles vemos otra de este mismo director, y tengo unas ganas locas, ya os contaré que tal.
De momento este año ya hemos visto un par. La primera, este sábado, era una peli Tailandesa llamada “Ong-Bak. Muay Thai Warrior”. Sin duda es lo mejor que jamás he visto en artes marciales y virguerías atléticas (muy por encima del amigo Jackie), pero no os fiéis mucho de mí por que este no es un género que controle demasiado. En fin, que yo no la disfrute mucho pero mis compañeros, aficionados al género, se lo pasaron como niños.
Hoy tocaba una producción australiana gore llamada “Undead” dirigida por dos gemelos que han hecho los efectos especiales con el ordenador de su casa (se puede ser más freak?). Muchas risas y muchísima sangre, 600 litros según nos han informado los gemelos. Ideal paras sesiones de cachondeo con los amigos.
Aún me quedan un par de visitas al festival. Tengo unas ganas locas. Ya os contaré que tal.