Hijos de un dios menor
Me enfrento a uno de los posts más difíciles de escribir desde que se fundó nuncanada. El reto consiste en explicar lo que quiero sin parecer un hijo de puta. Por si a caso no lo consigo, ya aclaro ahora que no soy un cabrón desconsiderado, que no quiero faltar a nadie y que mi intención no es herir sentimientos. Vamos allá.
En el trabajo hay una persona sorda. Aunque no depende de mí, si que trabajamos bastante juntos. Cuando entré en la empresa y me la presentaron sentí curiosidad por como sería el día a día, y también orgullo por incorporarme a una empresa que no pone barreras a nadie (miradme a mí, no les importó que fuese medio gorky). La ilusión que sentía ante tal novedad fue decayendo con el tiempo y las dificultades. Lee los labios bastante bien, así que el problema no es que ella no entienda lo que le digo, sino que es exactamente lo contrario, que yo la entienda. Madre mía, cada conversación parece un gag de Faemino y Cansado. Ella se expresa con las manos, de forma parecida a como lo haríamos en un país extranjero con un idioma que no conociésemos, pero insiste en “hablar” no sé muy bien por que. Como nunca ha escuchado, no tiene sentido del volumen y sus ruidos no tienen nada que ver con los que estamos acostumbrados. Salvando las distancias, guarda cierto parecido con Chewbaca. Me produce una sensación muy extraña el escucharla.
A parte de este detalle, ella es una chica bastante normal que intenta sacar el máximo provecho de su handicap. Trabaja poco y se queja bastante. Bueno, no voy a ser yo el que la juzgue.
Como curiosidad para todos aquellos que se lo han preguntado alguna vez: Los sordos si pueden conducir.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario