El hombre salvaje
El ser humano es un animal que para sobrevivir ha tenido que trabajar en grupo, que socializarse, sublimando sus instintos y relevándolos a un segundo plano. Estos no han desaparecido en ningún caso, guían nuestros pasos desde la oscuridad. Raramente afloran a nivel visible, pero hay algunas ocasiones, contadas, en las que nuestra racionalidad pierde la batalla contra la bestia interior.
El viernes, en una cena de aniversario con amigos, conocidos y por conocer, nuestros instintos más bajos se desataron al posarse tres fondues sobre la mesa. A uno se le antoja como un encuentro tranquilo, donde la conversación se ameniza con comida igualmente disfrutable. Error, con la fondue no hay amigos que valgan. Cuando ves como ese tipo está engarzando a dos manos, como el otro se hace unos pinchos morunos a costa de tu comida y que el pan empieza a flaquear, entonces algo en tu interior hace click. Un mecanismo se acaba de activar en tu cerebro. El controlador social y educacional se ha apagado, una luz de neon enorme con forma de “on” parpadea sobre tu instinto de supervivencia. Es hora de defender lo que es tuyo, y si es necesario ponerse a su nivel no habrá camarero que nos pare. Come nuncanada, come sin mirar a los demás, sin pensar en los desamparados que les queda lejos el pan, la carne no está tan caliente y ya habrá tiempo para beber más tarde. Eres un animal y vas a comer para sobrevivir. Come nuncanada, come!
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