Untar, sobornar, comprar
Hoy un proveedor del trabajo me ha pedido mi dirección personal, la de casa, para mandarme lo que me imagino será un presente navideño. Es una táctica bastante común la de enviar regalos a los clientes, lo que pasa es que normalmente se mandan al trabajo, ya que andar llamando a los contactos para pedir la dirección de casa suena un poco psicópata. Al principio he dudado y he pedido explicaciones, por un momento un reflejo de algo parecido a la ética profesional me ha deslumbrado, lo que pasa es que al decirme que las otras personas de marketing ya se la habían dado no he querido ser menos.
En la otra empresa (de la que ya hace un año que me piré) tenían unas normas muy estrictas al respecto de este tipo de regalos, normas que tan solo seguíamos mi jefe y yo, claro. Te prohibían aceptar nada que superase un valor económico determinado que no recuerdo pero era más bien bajo. De todas formas, lo máximo que nos regalaron fueron unas botellas de vino, que como al jefe le gustaron hicimos una excepción y nos las encasquetamos.
Lo más curioso del tema es que el proveedor este en cuestión de semanas me va a odiar y, si todavía no ha mandado nada, va a borrar mi dirección de su lista. Es la típica empresa que lleva años trabajando con nosotros y cree que, aunque lo haga fatal, no nos va a perder nunca. Pues no conocía a nuncanada, por que se les ha terminado el chanchullo.
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